Cómo enseñar a los niños a defenderse sin violencias
Sabemos que la violencia es un fenómeno que afecta a gran parte de la sociedad.
Hoy en día, la violencia entendida como agresión (ya sea propiamente física o psicológica), como el hostigamiento, el rechazo o la exclusión, está presente en todos los ámbitos de la vida. En este sentido, la violencia que se vive comunitariamente se traslada al ámbito de la niñez, cuando los niños repiten con sus iguales lo que ven todos los días en su vida cotidiana, en su hogar, en su pueblo o en los medios de comunicación. Se trata, en definitiva, de una atmósfera violenta que repercute, incluso inconscientemente, en la psicología del niño/a.
Ahora bien, frente a un escenario de violencia entre niños… ¿cómo actuar?, ¿cómo aconsejar a los más pequeños para que logren defenderse satisfactoriamente y sin recurrir a la violencia?
Una buena educación en el hogar.
Como primer punto, y aunque parezca algo obvio, la educación comienza fundamentalmente en el hogar. Debemos crear hogares donde la violencia no sea el único método de resolución de conflictos. Los niños aprenden de aquellos que consideran como autoridades, de quienes copian modelos de conducta. Por eso, en el hogar, los padres deben ser los primeros en dar el ejemplo necesario promoviendo un ambiente favorable para que los problemas puedan ser resueltos sin la utilización de la violencia. Si un niño crece en un hogar feliz, trasladará esto a todos los ámbitos donde se desenvuelva.
Dar importancia al concepto de autoridad.
En relación con el punto anterior, es importante comprender que los niños están constantemente buscando puntos de referencia para su formación. En la niñez, estos puntos de referencia son, por excelencia: sus padres y sus educadores. Como padres, se debe enseñar a los niños a tener respeto y obediencia a las indicaciones de los maestros y profesores, pues estos son los adultos que buscan su bien en el ámbito diario, extra-muros del hogar. El niño debe sentirse, por esta razón, acompañado por las orientaciones, consejos y pautas que marquen sus educadores. Esta es la forma de lograr la coherencia necesaria para crear ambientes ordenados dejando la violencia al margen en cualquier espacio.
Acudir a los mayores.
Ahora bien, cuando se presenta un caso de violencia, debemos enseñar a los niños que lo primero que deben hacer es acudir a un referente para alertar sobre lo sucedido. Si el niño confía en sus referentes, contará el problema buscando el apoyo de los mismos. Cuando un niño deposite esta confianza en los adultos, se deberá responder responsablemente y realizar las acciones que sean necesarias para terminar con el episodio, entre ellas hablar con el agresor y con los padres del agresor e informar de lo sucedido a la familia o a la dirección de la escuela, con el objetivo de que la información circule y se puedan crear mecanismos de prevención. De lo contario, el niño perderá la confianza en dichas autoridades y referentes, lo que repercutirá en la falta de autoridad y en la continuidad de las agresiones.
Y esto debe aplicarse a cualquier tipo de acoso y violencia, ya que la violencia física va siempre acompañada de violencia psicológica. Por eso es muy importante también enseñar a utilizar la palabra para frenar primero esa violencia psicológica. Que el niño sepa que esos insultos y ofensas solo buscan herirle en su subjetividad para hacerle más débil, y poder pasar así probablemente a la ofensa física.
En definitiva, debemos aconsejar siempre a los más pequeños el defenderse utilizando la palabra, pero entendiendo que responder con un empujón no implica igualmente violencia, sino sentido e instinto de supervivencia. Esto es importante tenerlo claro, el hecho de que responder a un ataque físico no es lo mismo que agredir activamente, aunque, enseñando a nuestros niños a convertirse en personas conscientes y emocionalmente fuertes, evitaremos ese círculo vicioso de violencias y acosos que tanto nos preocupa en nuestros tiempos. Y es que, teniendo los recursos necesarios, un niño que sufre acoso no debe ver útil la violencia ni siquiera como defensa, pues sabrá muy bien que se trata de algo con lo que es necesario acabar y a lo que hay que poner luz y voz.